Treinta días

El viernes pasado se cumplió un mes desde que empecé a publicar este blog, que es lo mismo que decir que el viernes pasado se cumplió un mes desde que tomé la decisión irrevocable, a pesar de que lo tenía pensado desde mucho tiempo antes, de cambiar de vida laboral. Han sido treinta días escribiendo, a ratos sueltos, el inventario de las horas que pasan, camino de mi futuro. Treinta días haciendo de la cocina de mi casa la trinchera de una guerra culinaria sin enemigos. Sólo por el puro placer de cocinar, antes de que alguien me enseñe a hacerlo de verdad.

En todo este tiempo, he cocinado cosas mejores que otras, para qué nos vamos a engañar. Sin ir más lejos, el otro día me marqué una tortilla de verduras digna de ser fotografiada. De hecho, lo hice; le hice fotos como si fuera un hijo disfrazado de futbolista. También me salieron muy bien (aunque a éstas no les hice fotos) unas croquetas de alcachofa con jamón, fruto de un ensayo previo con las propias alcachofas que casi acaba en la basura. Y mira que me gusta poco tirar comida.

Pero luego también ha estado el arroz vegetariano, único de su especie en el mundo con la peculiaridad de no saber absolutamente a nada. O la gelatina de lentejas, una de las experiencias más desagradables que recuerdo desde que aquella señora me vomitó encima su sobredosis de sidra, a la tierna edad de doce años, subidos en el galeón pirata de una verbena de barrio.

La verdad es que no sé si realmente hay gente leyendo este blog de forma periódica, o es sólo que los que manejan las estadísticas de WordPress trucan los resultados para subir la moral de los principiantes. Así las cosas, como conmemoración de este primer mes de exhibicionismo emocional, y también para tantear si es cierto que hay alguien prestando la más mínima atención a las cosas que a uno se le pasan por la cabeza, propongo un experimento: que mandéis, a través de comentarios a este post, vuestras recetas favoritas. O las que más odiéis. O las que nunca habéis hecho. O las que nunca perderíais el tiempo en hacer. Yo, por mi parte, me comprometo a cocinarlas todas, y contarlo aquí dentro de treinta días exactamente a partir de hoy. Todo sea por seguir ganando experiencia, equilibrar la dieta o saber si en realidad lo que pasa es que estamos hablando solos.

Tenemos treinta días por delante. A ver qué sale.

7 respuestas

  1. La soledad del bloguero de fondo… Sí que se lee y también se escucha muy bien tu blog. Y hace reflexionar…

  2. Haciendote caso, me uno a tu experimento para recibir recetas y que luego las pongas en práctica. Te mando una que me dio un carnicero de Alcala de Henares y desde que hago así el cordero asado me gusta muchisimo.

    CORDERO ASADO A LA SEPULVEDANA

    Se unta la pierna, paletilla o costillar de cordero con manteca de cerdo, se sala, se pone en la bandeja del horno o bien en una besuguera. Se enciende el horno unos 5 minutos antes de meter el cordero. Se mete y, cuando está la carne un poco dorada (alrededor de 15 o 20 minutos), se rocía con el siguiente líquido que preparas mientras se está dorando la carne.

    En un cazo se cuece

    1 y 1/2 vasos de agua (de los de agua)
    2 ramitas de perejíl
    2 dientes de ajo sin pelar
    1 hoja de laurel
    1/2 cebolla
    2 cucharadas de vinagre
    el zumo de un limón
    sal (poca)

    Una vez que haya cocido todo durante 5 minutos, se cuela y con esto se rocía la carne.
    Al mismo tiempo que echas el líquido sobre la carne puedes poner unas patatas que se van haciendo con el líquido de la carne. Esta se rocía de vez en cuando con el jugo. Cuando el cordero está asado (ya lo vas viendo tú, no te digo tiempo porque depende del cordero, sea lechal o pascual, puede tardar más o menos) se deja reposar 5 o 10 minutos al calor que queda en el horno antes de trincharla.

    A ver si la haces y te sale de rechupete.

    !!BUEN PROVECHO!!

  3. yo acabo de empezar a leerte, lo intentaré con ainco, ya que me gusta la psicologia y la cocina. Espero que en alguno de los dos campos seas capaz de atraparme.
    Atentamente tuya

  4. Si lleva curry me vale, así que te invito a que nos sorprendas a tus fieles seguidores con una receta en la que no falte semejante delicia. Prometo llevarla a cabo bien rodeado de los «paladares» mas desagradecidos para que le pongan la sal y la pimienta y así hacer de una comida o cena la excusa perfecta para pasar una agradable velada.
    Aupa campeón!!!!!!!!

  5. Calabacines Rellenos:

    Un calabacín por barba. Se cuecen y se vacían de pepitas.
    De otra parte se hace una salsa de tomate casera con tomates triturados y su sofrito de cebolla con algo de albahaca para eliminar la acidez.
    Se prepara otro sofrito a base de jamón y pimiento verde (no invites a comer a Sin Chan).
    Se colocan los calabacines en una fuente, se rellenan con el jamón y el pimiento y se le sirve encima una capa de tomate frito. Después se recubre todo con queso y al horno hasta que este gratine. Y a comer…

  6. Creo que llegamos a tiempo: HELADO DE NATA CON ALMENDRAS.
    6 huevos, 9 cucharadas soperas de azúcar, 0,5 litros de nata de montar, almendras al gusto y caramelo líquido.
    1º separar las claras de las yemas
    2º batir las yemas con 3c de azúcar hasta que éste se deshaga; batir las claras a punto de nieve y echar 3c de azúar hasta mezclar; montar la nata con 3c de azúcar
    3º mezclar todo y echar las almendras previamente machacadas en un mortero
    4º preparar un molde untado de caramelo y echar la mezcla
    5º congelar. Sacar 10 minutos antes de comer para poder desmoldarlo y ummmmmmmmm, delisioso.

    Variantes: en vez de la almendra puedes añadirle cualquier fruta (ya sé) como una lata de piña triturada, aunque al tener más agua se cristalizará. También puedes variar los frutos secos o incluso darle un toque de ron.

Replica a JyL Cancelar la respuesta